El último Blog
Lo último que hay.
Callejón
viernes, 31 de enero de 2014
Daemon
martes, 15 de octubre de 2013
Siempre hay un tercero
Buen íncipit
Buen íncipit
Jueves. Noche. Hay tiempo.
Word. Documento nuevo. Comienzo.
“A contrario de lo que pensaba, pude entrar
trabajo al día siguiente de que me suicidé.”
Buen íncipit, creo. ¿Y cómo se suicidó? No
importa. Café. Muy Dulce. ¿Dónde está?
¿Es importante eso?
“Me doy cuenta de que aquí todo es
distinto. Puedo sentir una atmosfera pesada, ¿seguiré en la tierra?”
Dos de la mañana Atmosfera pesada,
lúgubre y fría. No, no es buen íncipit, pero es buen lugar. Café.
Mosquitos. Concentración. Calor. Mejor que la idea llegue. ¿Qué más?
“No siento felicidad, nadie la tiene.”
Borro.
“No sonrío. Nadie lo hace.”
Tampoco. Me recargo. No soy bueno, no tengo talento.
Autocrítica. Sólo es una historia, la que sea. Justificación.
Borro. Todo.
“Me arrepentí de suicidarme al día siguiente.”
Un mejor íncipit. Satisfacción. Café.
“Creo que estoy atorado aquí, ¿pero por
cuánto tiempo?”
Se encuentra en un mundo donde todos están
muertos por suicidio.
Plagio. Asco. Nada creativo. Lo sé, qué chinga. Dos y media. Otro
tema, ¿cómo qué? Una más casual. Mosquitos. Hambre. Desvelo Lo
odio, ¿afectará? Me levanto. Bajo. Cocina. La historia
más casual. Refri. Microondas. La más casual. Segunda
cena. Subo. Me siento. La más casual. Veinte minutos. Algo
como... Ya no hay comida. Más café. De unos niños que… Asco. De
unos amigos que…. Mierda. De un simio que… ¡No puede ser!
Olvido todo. Me concentro. Íncipit.
“La vida da muchas vueltas.”
Lugar común.
“La vida de dos vueltas.”
Río.
“La vida da tres vueltas”
Tres de la mañana. No sé escribir.
Cansancio. Cama. Quizás mañana. Sueño.
Viernes. Noche. Poco tiempo.
Word. Documento nuevo. Comienzo.
“Fue ese día cuando por fin logré mi acometido, ella estaba satisfecha y yo me
sentía más destruido que nunca. -Esas maderas fueron difíciles de
colocar.- Le dije al oído para sonar más interesante.”
¿Maderas? Río. Mal
íncipit. Asco. ¿Y la historia? Mierda. Como siempre. No puede
ser. PlayStation. Seis horas. Cansancio. Cama. Sueño.
Sábado. Medio día. Sin tiempo.
Word. Documento nuevo. Comienzo.
Treinta minutos. Nada. No sé escribir.
“Jueves. Noche. Hay tiempo.”
Buen íncipit.
Una vida y 15 minutos
Te extrañé
Querido lector.
Me
he preguntado que ha sido de ti. Ha pasado tanto tiempo que no me buscas y me sigue
consternando. ¿Qué fue lo que te hice? De vez en cuando imagino lo que pudimos
haber construido. Pudiste haber vestido de alguno de mis personajes, pudiste
haber creado un club de fans, con gusto hubiera ido a firmar libros. Quizás mi
error fue haber esperado mucho de ti, o quizás tú esperaste mucho de mí. No soy
malo, sé muy bien que no escribo mal, pero siempre hace falta lo mismo: tú.
He
estado muy solo y con muchas ideas rondando en mi cabeza. Me puse a escribir
como nunca; quizás era la cantidad y no la calidad. Así que escribí cientos de
cuentos mediocres, docenas de historias largas y aburridas en donde a veces
sólo esperaba que aparecieras, pero no lo hiciste.
Aun no sé qué es lo que te gusta leer y ya
muero de ganas por conocerte. Nunca te he visto pero quiero sentirte. No sé si
eres de los que se esperan horas para averiguar el misterio o si eres de los
que con dos páginas están satisfechos. Salí varias veces a la calle a leerte en
voz alta, quería encontrarte a toda costa, pero nunca apareciste.
Intenté
de todo. Recorrí la ciencia ficción pura y luego la adorné con fantasía. Aunque
mi acción no fue buena, con mi suspenso se enriquecía. Experimenté con lo
onírico y lo bizarro y nada. Compréndeme: lo único que quería era llamar tu
atención.
Secuestre
a un niño hace seis semanas y lo tengo guardado. Le llevo de comer cuando me
acuerdo y a veces le lleno la cubeta con agua. Los primeros días fueron difíciles
para mí, y supongo que para él también pues sus gritos y llantos cesaban sólo
para dormir.
A
la semana comencé a verle por más tiempo, siempre a la misma hora, esperando cualquiera
roce de inspiración para emprender la escritura. Llevaba conmigo papel y lápiz para
observar su respuesta, quería encontrarte en el pequeño, anhelaba verte en sus
ojos, sentirte en sus lágrimas. Cada día la situación se complicaba, salir a la
calle me generaba paranoia. La idea de ser descubierto acechaba en cualquier
momento, sin embargo, siempre temí que la inspiración no llegaría. Llegué a
dudar de este género, pero como podrás ver, fue él quien te trajo de vuelta.
Quería
que nos conociéramos de otra forma, haber pasado por la poesía en prosa que tanto
me gusta, te hubiera acompañado codo a codo por una escena romántica de tres
enamorados que viajan por el mundo. Atraparte con una comedia y engañarte con
un melodrama. Pasearte por mundos increíbles que creé para para ti. Hubieras
conocido mi creatividad y mi ingenio para atrapar a cualquiera. Al final preferiste
el policiaco, ¿por qué me orillaste a esto? El pobre niño se está
muriendo y es también tú culpa.
Puedo
sentir cómo te preguntas si todo esto es verdad ¿existe un tipo así? Esto
debe ser sólo un cuento perdido. ¿Por qué estaría publicado algo así? Siento tu extrañeza mientras tus ojos recorren
estas líneas y aunque seguro me llegues a odiar, no me arrepiento. Porque pude
sentirte de nuevo, pude atraparte entre mis ideas. Recuerda que siempre es
mejor escribir de lo que uno conoce.
Y anunciando
un lugar común, te aviso que cuando termines de leer esto, yo no estaré cerca
para ver el desenlace de nuestra historia. Me mantuve alejado por tu ausencia que
ahora me es fácil permanecer así. Tú
decidiste que así fuera y ahora eres en mi cómplice. Eres tú el único que sabe
del niño y el jefe de la policía, su padre, no detendrá la alerta AMBER.
Te extrañé,
mi lector favorito.